miércoles, 22 de septiembre de 2010

arrepentimiento

Hay momentos en los que uno se pregunta

¿Por qué pasaron? ¿Qué fue lo que sucedió?

Porque la sensación de arrepentimiento y desamparo

duelen como la hipotermia y no te dejan caminar con pasividad,

una hipotermia social que va formando muros

dejando yagas de vergüenza al tocarlo.

Envidio la racionalidad y la humildad para transmitir

los sentimientos de aquellos analistas que caminan paradójicamente

con orgullo de no equivocarse ni herir socialmente

de aquellos que te enjuician por enjuiciador

por entenderte más de lo que tu te puedes entender

de aquella burlesca sinfonía de risas eruditas de la conquista.

Los envidio porque no puedo justificarme

porque no puedo concibo la tranquilidad como un camino recto

porque soy el príncipe de la equivocación

odio la imperfección de la mirada de reprobación

con aquel sentimiento que me dice que tienen toda la razón

lo odio,

me da cólera la frase “ponerse en el zapato del otro”

porque me recuerda a la frivolidad y la mentira que vivimos en esta sociedad

de ser así hace rato que no existirían injusticias, abusos ni desigualdades

pareciera que estamos llenos de excepciones que terminan cumpliendo

la regla general.

Por eso desde el fondo de mi corazón les deseo lo peor, porque así me críe

y así nos educaron, para competir, ganar, perder, tener envidia y herir a los demás.

Mentirse a sí mismo se aguanta hasta que estas frente a tu cama antes de dormir

y te das cuenta que eres una mierda mentirosa, insegura, pero con sed y hambre

y esa es la razón para despertarse al otro día.

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